Le gusta el salmón, y mas le gusta cuando canta. Es poeta y es cantante, aunque no lo cree. Y es fotógrafa, pero aun no lo sabe. Camina como sobre una rayuela de sueños extraviados o escondidos, pero ella piensa que son humo. Lleva en el alma su nombre de maga. De vínculos secretos, escondidos, pero tan reales como ella. Sus ojos son tal como ella, sus ojos dicen todo sobre ella. Labios grandes y suaves que atraparían al más duro. Se dice insatisfecha, yo creo que solo le falta atreverse a dar un salto. Los bajitos le sonríen honestamente, tiernamente. Y ella se pregunta el porque, no se da cuenta que observan lo mismo que yo.
Ocasionalmente tiene alguna pelea. La mas reciente es con unas cuerdas que aun no aprenden a respetarla y le causan dolores pasajeros. Alumna predilecta de Cortazar, García-Márquez y Benedetti. Tiene en Alicia a su mejor amiga y es la guardiana de Frodo.
Cada bocado, cada trago, son para ella rituales (los únicos rituales validos). No hay prisa, no puede haberla. La vida no sería la misma.
Enemiga del automóvil y de quien lo maneja solo para si, del plástico inútil y de los que viven con la fortuna que se guarda y desborda inútilmente. Se pregunta con frecuencia porque los humanos no han evolucionado como los demás animales.
Sus ojos están en tantos sitios que aun no conoce y en aquellos que ya visitó, pero no en los lugares y caminos de siempre. Ella quiere irse de donde siempre. Sueña con temperaturas calidas, donde la brisa es fresca y espumosa y se acompaña de olas que arrullan.
Piensa que hay mucho que leer, tanto y tan poco tiempo. Y se enoja. Y se enoja, porque tiene que leer eso, lo otro, lo que no le sirve. Lo que nada le deja. Pero siempre estará el olor del café, su sabor y su aroma. Que, como ella, siempre serán.